Mañana Dejo – Escenas de la vida tabacal de Sergio García Ramírez

Por Pietro Salemme Silvert

Comenzar a fumar me llevó poco tiempo. Crecí en un almacén y los varipintos atadados de cigarrillos con colores diversos y nombres estrafalarios estaban al alcance de mis labios. A hurtadillas robaba a pedido de mi hermana Gaby que a cambio me armaba un espectacular cigarrillo ¡con hojas de diario! Literalmente una llamarada se abría antes mis ojos antes de que lo arrojara al pasto y me quedara viendo como ella se fumaba los Le Mans, los Derby, los Marlboro, los 4370… La revancha ocurrió cuando por televisión ví un anuncio de cigarrillos para los niños, era nada mas ni nada menos que el cigarrillo de César Luis Menotti. Compré un paquete en la librería «Alfonsina» que quedaba cerca de mi escuela primaria en Hurlingham. A simple vista eran cigarrillosiguales a los reales, de papel, con filtro y en el extremo donde se deberían encender, un bollito de papel glasé rojo lo hacía ver encendido. Con solo soplar, el talco salía de su interior para crear una pequeña nube.

Si se quería mas diversión y sofistificación estaban las pipas que no largaban humo pero proponían malabares con una bolita.

Oficialmente comencé a fumar a los 13 años con cigarrillos importados, los Moore. Y unos de colores que venían en una caja tornasolada. Me empeñé en no toser ni ahogarme, en no marearme, luego jugué con el humo de mil maneras. Las publicidades de cigarrillos abundaban y eran de lo más atractivas.

Comenzar a fumar no cuesta tanto como dejarlo. Actualmente llevo 16 años limpio. Hubo intentos previos, pero el definitivo ocurrió con un tratamiento en el Hospital Posadas de Buenos Aires. En ese entonces fumaba 40 cigarrillados diarios que dejé en un tratamiento que duró dos meses. Se puede. Absolutamente se puede. Y fue una de las mejores cosas que me ocurrió en la vida.

Y las anécdotas, intentos, frustraciones, compañeros de grupo y todo lo que conlleva el fumar promueve innumerables situaciones que todo fumador activo (o pasivo) debe muchas veces pasar por alto.

En tiempos donde se prohibe porque la información no alcanza, o algunas tabacaleras luchan por mantener su vil negocio ofreciendo opciones libres de humo (que tampoco son sanas) la aparición una obra de teatro «didáctica» pero alejada de la almidonada clase especial para que las chicas usen las toallitas femeninas de alguna marca en particular, aparece «Mañana dejo – Escenas de la vida tabacal» de Sergio García Ramírez, editado por Eudeba. El escenógrafo y vestuarista mexicano, radicado hace décadas en Argentina, y que lograba «tirarle la lengua» a grandes figuras de espectáculo en la mitica revista «Metrópolis» de los años 80, nos brinda su primera obra de teatro, un arte que transitó toda su vida atrvesando continentes e idiomas.

No dejes para mañana, lo que puedes leer hoy.

Encontrá MAÑANA DEJO DE SERGIO GRACÍA RAMÍREZ EN https://www.eudeba.com.ar/Papel/9789502333847/Ma%c3%b1ana+dejo

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